Trudeau enfrenta una tormenta política mientras Trump se cierne sobre el futuro de Canadá.

Trudeau enfrenta una tormenta política mientras Trump se cierne sobre el futuro de Canadá.

Trudeau enfrenta crecientes desafíos a medida que las tasas de aprobación caen en picada en medio de presiones económicas y las amenazas arancelarias de Trump se ciernen, creando un panorama político turbulento.

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello Vela, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política

En el torbellino de la política canadiense, el primer ministro Justin Trudeau se enfrenta a desafíos crecientes que amenazan su control sobre el poder. Con su mandato extendiéndose por más de nueve años, el líder una vez celebrado se encuentra ahora atrapado en una crisis de asequibilidad de vivienda, el aumento desmesurado del costo de vida, preocupaciones sobre la inmigración y una división cultural que fractura a la nación en líneas ideológicas. Las encuestas de opinión recientes pintan un panorama sombrío para Trudeau, mostrando un descenso significativo en sus índices de aprobación y un Partido Liberal que se encuentra a la zaga de los Conservadores por asombrosos 21 puntos porcentuales. Mientras esta tempestad política se desata, el ex presidente de EE. UU. Donald Trump ha aprovechado el momento para amplificar la discordia al otro lado de la frontera. Incluso antes de asumir oficialmente el cargo, Trump ha desatado una serie de amenazas, sugiriendo, sobre todo, un arancel del 25 por ciento a todos los productos canadienses que ingresen a Estados Unidos. Para una nación cuya economía está intrínsecamente ligada a su vecino del sur—aproximadamente el 80 por ciento de las exportaciones canadienses se dirigen a EE. UU.—tales aranceles podrían significar un desastre económico. Los comentarios mordaces de Trump y su burla hacia Trudeau, a quien ha despectivamente llamado el “gobernador” del “Gran Estado de Canadá,” solo han añadido leña al fuego. La alegría del ex presidente ante la renuncia de Chrystia Freeland, vice primera ministra y ministra de finanzas de Canadá, muestra su disposición a explotar las fracturas dentro del liderazgo canadiense para su propia diversión y posiblemente para obtener beneficios políticos. Freeland, una figura clave en la administración de Trudeau y negociadora principal durante la renegociación del TLCAN, renunció en medio de tensiones con Trudeau, citando desacuerdos sobre políticas fiscales y "costosas artimañas políticas" que ella creía debilitarían la resiliencia económica de Canadá frente a posibles aranceles. Las repercusiones de la renuncia de Freeland representan un dilema significativo para Trudeau, quien enfrenta una presión creciente tanto desde su partido como del líder de la oposición, Pierre Poilievre, para que renuncie o convoque a una elección de liderazgo antes de las inminentes elecciones federales programadas para el próximo otoño. Las apuestas son altas, ya que la capacidad de Trudeau para guiar a su partido a través de este período turbulento será crítica no solo para su futuro político, sino también para la posición de Canadá en posibles negociaciones con una administración liderada por Trump. A medida que el panorama político cambia, los primeros ministros canadienses, como Doug Ford de Ontario, están tomando la iniciativa, instando a un enfoque proactivo para proteger al país de las amenazas arancelarias de Trump. La sugerencia de Ford de renegociar acuerdos comerciales directamente con EE. UU. e incluso considerar aranceles de represalia señala un llamado emergente a la unidad entre los líderes provinciales mientras enfrentan la perspectiva de una relación comercial profundamente alterada. En medio de esta agitación, la sombra de Trump se cierne sobre la política canadiense. Para muchos votantes, las próximas elecciones pueden depender de sus percepciones sobre qué líder puede interactuar mejor con el impredecible ex presidente. La narrativa que se está formando es clara: la próxima elección no solo reflejará la gobernanza de Trudeau, sino que también resonará con ansiedades más amplias sobre influencias externas, particularmente aquellas que emanan del sur. Mientras Canadá se encuentra en esta encrucijada, las implicaciones de la partida de Freeland, la amenaza de aranceles y la presión creciente sobre Trudeau crean una atmósfera volátil donde el destino de la nación puede depender del equilibrio entre la estabilidad interna y las relaciones exteriores, especialmente con una figura impredecible como Trump al mando de la política estadounidense. La pregunta que queda ahora es: ¿se levantará Trudeau a la altura de las circunstancias, o fallará ante el peso tanto de los conflictos internos de su partido como de las presiones externas de un Trump resurgente?

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